Compuesto por sala, cocina, espacio de juegos, balcón y dormitorio, el refugio de 88 m2 rescata la esencia y los recuerdos emocionales de sus habitantes, estableciendo una conexión entre las dos viviendas: la interna y la externa.
La selección de mobiliario de la marca Salva juega un papel fundamental en la creación de este refugio privado, que equilibra a la perfección los momentos de relax y la actividad principal de la pequeña: el juego. En el centro de la estancia destaca el sofá Anaconda, diseñado por Pedro Mendes, en color hielo mate, que armoniza con los sillones Blausee y las mesas Igapó, diseñadas por Samuca Gerber.
El espacio también cuenta con sillas Seriema en la zona de cocina y el puf Jatobá, que sostiene el dormitorio de la joven.